¿Se Están Restaurando Las Señales Pentecostales?

Cornelius R. Stam|Con las “señales y prodigios” convincentes que se están realizando a nuestro alrededor en cantidades cada vez mayores, algunos se están alejando de las verdades tan claramente expuestas para nuestros días en las epístolas de Pablo.

por Cornelius R. Stam

La Sociedad Bíblica Bereana (Berean Bible Society) publica semanalmente en su sitio web artículos devocionales con el nombre More Minutes with the Bible. En 2T15, publicamos traducciones al español de dichos artículos, con la finalidad de poner el mensaje de la gracia de Dios al alcance de los hermanos en Cristo de habla hispana. Sea de bendición para su vida.

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Con las “señales y prodigios” convincentes que se están realizando a nuestro alrededor en cantidades cada vez mayores, algunos se están alejando de las verdades tan claramente expuestas para nuestros días en las epístolas de Pablo.

Algunos han concluido de estas “manifestaciones sobrenaturales”, que hacía el fin de esta dispensación actual podemos esperar un reavivamiento de los dones divinos de lenguas, sanidad, etc.

En cuanto a la sanidad, permítenos primeramente señalar que ningún creyente instruido en la verdad paulina cuestiona que Dios puede sanar, y a menudo sana, a los enfermos y débiles, como por ejemplo, en el caso de Epafrodito (Filipenses 2:25-27). También creemos que Dios está obrando milagros constantemente. Pero negamos que los curanderos y los hacedores de milagros, o que las señales y las demostraciones milagrosas, tengan alguna parte en el programa de Dios para hoy.

Primero, el apóstol no dijo en 1 Corintios 13:8 que los dones de profecía, lenguas y conocimiento desaparecerían hasta los últimos días de la dispensación. Simplemente declaró que estas manifestaciones milagrosas iban a abolirse (es decir, en esta nueva dispensación), y que “la fe, la esperanza y el amor” “permanecerían” (1 Corintios 13:13). Tampoco hay ninguna indicación en las epístolas paulinas de que las señales pentecostales deban ser restauradas al final de esta dispensación.

El apóstol sí declara, sin embargo, que después del fin de la dispensación de la gracia, el “inicuo” aparecerá “con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (II Tesalonicenses 2:9). En esto el apóstol confirma lo que nuestro Señor dice en Mateo 24:24 (RV1960) sobre el mismo período de tiempo:

Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.

Durante el “período de tribulación”, entonces, después de que los miembros del Cuerpo de Cristo hayan sido “arrebatado” para estar con el Señor, los ministros de Satanás, desde el Anticristo para abajo, vendrán con “con gran poder y señales y prodigios mentirosos”, para engañar, si es posible, a “aun a los escogidos”.

Pero ahora veamos cómo esto nos afecta hoy.

En el mismo pasaje sobre el Anticristo y su “poder y señales y prodigios mentirosos”, el apóstol advierte que

… ya está en acción el misterio de la iniquidad… (II Tesalonicenses 2:7)

¿Qué nos dice todo esto acerca de las multiplicadas manifestaciones milagrosas que estamos viendo a nuestro alrededor, a medida que los días se vuelven más oscuros: lenguas, sanidades, profecías, percepción extrasensorial, brujería, espiritismo, exorcismo, etc., sin mencionar la falsa doctrina? Obviamente nos dice que estos no son de Dios, sino de Satanás.

Una manifestación maravillosa es para algunos el fin de todo argumento. ¡Fulano de tal debe ser de Dios o no podría obrar estos milagros! Pero los pasajes de las Escrituras anteriores nos dicen lo contrario. Satanás tiene poder. Puede hacer maravillas, pero lo hace para engañar a los hombres y alejarlos de la verdad del glorioso propósito y la gracia de Dios.

De hecho, el apóstol, en 1 Timoteo 4:1, emite una severa advertencia a este efecto:

Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe1, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios

Por eso el apóstol insta con razón a todos los creyentes:

Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad [espíritus malignos] en las regiones celestes. (Efesios 6:11,12)

No te dejes engañar. Satanás no es una criatura grotesca con cuernos, pezuñas, cola y una horca. Él inspiró esa caricatura para desviar la atención de sí mismo, pues cuando el apóstol advierte sobre “falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo” (II Corintios 11:13), añade:

Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia… (II Corintios 11:14,15)

¡Ahí lo tienes! Si Satanás apareciera como lo retratan los hombres, las multitudes huirían de él. ¡Pero “un ángel de luz” con “ministros de justicia”! Esto atrae a los incautos.

Y aquí viene uno que está afectado por una enfermedad mortal. Lo llevan a una reunión de curación y, al menos aparentemente, está completamente restaurado. ¿Es posible que esto sea de Satanás?

¿Por qué no? Además de todos sus otros poderes, ¿no es él quien inflige enfermedades y dolencias? Pensemos en el caso de Job. ¿No permitió Dios que Satanás llevara a Job al punto de la muerte, físicamente (Job 2:4-9)? Pensemos en el propio Pablo. ¿No fue “un mensajero de Satanás” quien fue enviado para abofetearlo al punto de clamar una y otra vez por liberación (II Corintios 12:7,8)? ¿Y no está claramente declarado en Hebreos 2:14 (NVI) que por el momento Satanás “tiene el dominio de la muerte”?

Si es entonces Satanás quien inflige la enfermedad, ¿por qué Satanás no puede dejar de infligirla? ¿Por qué no puede (y por qué no debería) retirar la enfermedad que ha infligido si esto hará que usted centre su interés en algo incorrecto y que camine por vista, en lugar de por fe?

Mencionamos especialmente la curación corporal porque la mayoría de las personas se sienten atraídas y convencidas por este tipo de manifestaciones sobrenaturales. Pero las curaciones físicas durante el ministerio terrenal de nuestro Señor y en Pentecostés fueron “señales”. ¿Signos de qué? Eran signos del mesianismo de Cristo. Si hubiera sido aceptado como Rey, todos los así sanados habrían entrado en el reino profetizado, donde las enfermedades nunca más los alcanzarían.

Esto no es así hoy, porque el Rey y Su reino han sido rechazados, y el reinado de Cristo en la tierra ahora espera un día futuro. Así es como todos los que son “sanados” finalmente mueren como los demás. Aunque sea “curado” una y otra vez, siempre llega esa última vez cuando nada sirve.

Uno de los aspectos más tristes de las campañas de sanidad moderna es el largo y triste rastro de desilusión y fe quebrantada que deja tras de sí. Algunos no son sanados en absoluto, e incluso aquellos que son “sanados” finalmente llegan a “ese último tiempo” cuando se cumple Hebreos 9:27, porque “está establecido para los hombres que mueran una sola vez”.

Qué lista se podría hacer de todos aquellos que alguna vez predicaron sinceramente que era falta de fe, un pecado oculto, no reclamar y esperar de Dios un cuerpo fuerte y sano, y sin embargo, ellos mismos todos murieron. Después de la larga lista de los más grandes de todos estos “sanadores”, se podrían copiar esas familiares palabras de Génesis 5: “y murió… y murió… y murió”!

El pastor J. C. O’Hair dijo correctamente que a pesar de las afirmaciones de todos los científicos cristianos, los católicos romanos, los pentecostalistas y todas las demás personas “sanadoras”, la tasa de mortalidad sigue siendo de 100%.

¿Cuánto mejor, entonces, caminar por fe y dejarnos en sus amorosas manos para hacer lo que Él considere mejor para nosotros?

Por eso rogamos a nuestros lectores cristianos que no se dejen llevar por demostraciones sorprendentes que sólo pueden seducirnos para que apartemos nuestros ojos de Él. Más bien, prestemos atención a la exhortación del Espíritu a través de Pablo:

Por nada estéis afanosos2, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6,7)

Notas:

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